miércoles, octubre 11, 2006

MISA NEGRA

El atardecer tendía un manto de fría escarcha y las calles, a esas horas oscuras y casi vacías del centro de la ciudad no eran el escenario más propicio para una cita de corte romántico como la que debía sostener con Marcos dentro de un rato. Llevábamos tres meses manteniendo correspondencia y el se encargó de fijar día, hora y lugar de nuestro encuentro, sin embargo, el no aparecía, algo imprevisto debe haberse presentado, pensé. Ya me marchaba a casa, desilusionada al ver truncada mí cita cuando desde la ventana semi abierta de un vehículo en movimiento una mano me hizo señas para que me acercara. El auto se detuvo, la ventanilla se abrió completamente y pude distinguir el anguloso rostro de Marcos, se veía más joven que en la foto. Me acerqué hasta el auto, entré y tomé asiento junto a él. Enfiló el vehículo en dirección a las afueras de la ciudad. Sólo alcanzamos a cruzar un par de palabras cuando viró hasta un solitario callejón donde detuvo la marcha, sin duda algo extraño estaba ocurriendo. Esperó unos segundos y dos mujeres ingresaron al auto y se sentaron en el asiento posterior. Le pregunté a Marcos que pasaba, él no contestó y en el acto una de las tipas me encañonó y me conminó a cambiarme al asiento trasero, quedando en medio de ellas. Luego me ataron las manos, me vendaron los ojos y me obligaron a permanecer en silencio.

¿Dónde diablos me llevan? pregunté, pero fui silenciada de un feroz puñetazo en el rostro, la sangre que brotó desde las fosas nasales se mezcló con mis lágrimas.
Sentí rabia e impotencia, pero por sobre todo me corroía un miedo indescriptible, puesto que me encontraba en sus manos y no atinaba a adivinar sus propósitos.

Finalmente, el vehículo se detuvo y me bajaron de él, y aún con los ojos vendados me condujeron hacia el interior de lo que percibí como una antigua casa, Marcos era quien daba las instrucciones, ellas obedecían como perras adiestradas.

Más tarde me quitaron la venda de los ojos y observé el macabro escenario en que me encontraba. Me hallaba semi desnuda, atada de pies y manos en un improvisado altar Numerosas velas iluminaban la habitación, las paredes estaban tapizadas con terciopelo de riguroso negro. Me rodeaban varias personas, las mujeres llevaban ropas sexualmente sugestivas, los hombres vestían negras túnicas, cuyas capuchas arrojaban sombra sobre sus facciones ocultando parcialmente sus rostros, de todas formas distinguí el rostro de Marcos que pronunciaba unas palabras en latín y portaba un gran cuchillo. Luego del sonido de estruendosas campanadas, Marcos bebió de un cáliz de plata. Terminado este ritual se acercó hasta mi, tenía el semblante de un maniático, con el cuchillo en alto dispuesto a clavármelo en medio del pecho, un alarido de horror salió desde lo más profundo de mi ser, justo en ese momento sonó el reloj despertador, me hallaba en mi habitación, la ropa de cama se encontraba desordenadamente en el suelo, y yo estaba empapada en sudor…Todo había sido un mal sueño.

Eran las 7 y media de la mañana, cogí el teléfono y me comunique con Marcos.
- Marcos, sabes, la verdad es que ya no me interesa la cita…lo siento.

FIN
Carlos B.G.

Etiquetas: